miércoles, 31 de marzo de 2010

De ortografía y otros naufragios

Este es un artículo que saqué hoy en La Nación.

La Nación del 21 de marzo del 2010 dice que los “Estudiantes naufragan en ortografía por falta de lectura”. Un reportaje en la misma línea, aparecido en este diario, el 21 de febrero, indica que los estudiantes tienen problemas de comprensión de lectura y ortografía. Estas noticias pueden parecer alarmantes, pero no son nuevas. Estos titulares podrían haber aparecido, perfectamente, hace veinticinco años.

En 1985, dos investigadores en linguística, Ana María Rodino y Ronald Ross, publicaron por primera vez el libro “Problemas de expresión escrita del estudiante universitario costarricense”. La tarea que realizaron estos investigadores fue quijotesca: reunieron un corpus de 2234 redacciones de estudiantes de todo el país y las analizaron. A partir de ese estudio, determinaron cuáles eran los principales errores de expresión escrita de los jóvenes universitarios.

El panorama obtenido fue desalentador. Los errores pululaban y estaban presentes en todos los niveles del texto. Los investigadores concluyeron que se trataba de un único problema, muy serio (en palabras de los autores: “largo, ancho y profundo”). El problema afectaba a grandes sectores de la población de todo el país (de distintas edades, sexo, clases sociales y niveles de instrucción) y en todos los niveles del lenguaje.

Veinticinco años después, las cosas no han cambiado. Los problemas de escritura de los estudiantes no se limitan a la ortografía; están en todos los niveles del texto. Habría que preguntarse, cómo, en 25 años, el panorama descrito por Rodino y Ross no ha cambiado en nada.

En relación con este tema, quisiera aportar la visión que he forjado, luego de trabajar, en el Instituto Tecnológico de Costa Rica, una investigación al respecto y una en relación con el léxico de los estudiantes universitarios, que está en proceso. Señales de naufragio. Se señalan muchas causas para este problema, principalmente, desinterés por parte de alumnos y docentes, mal uso del lenguaje en medios tecnológicos y falta de lectura. Me referiré en este espacio al tema de la situación del profesor, poniendo como ejemplo el caso universitario, que conozco de cerca.

Un profesor de escritura en la universidad que da cuatro cursos tiene, en total, 128 estudiantes. Si a cada uno le solicita un texto de 100 palabras por semana (que equivale a un párrafo, más o menos), tiene que corregir 12.800 palabras por semana (unas 20 páginas a espacio sencillo, en letra 11). Pero con un párrafo por semana difícilmente se puede lograr algo. De hecho, los mismos estudiantes se ríen si se les solicita escribir un párrafo por semana. Si se pide un texto de 500 palabras por semana, el profesor debe revisar 64.000 palabras por semana, lo que equivale a unas 100 páginas por semana.

Eso solo en relación con el acto de escritura en sí mismo. Pero este mismo profesor debe realimentar a sus alumnos. En un mundo ideal, este profesor debería poder sentarse con sus estudiantes, poder explicarles cuáles son sus fallos y cómo podrían evitarlos. Además, para esto, debe haber podido enseñar a sus alumnos las nociones básicas de teoría del texto, que harían posibles estas transformaciones. Nuevos horizontes. Creo que la situación de la pedagogía de la escritura está en crisis, porque el problema y las soluciones que se le tratan de dar obvian los últimos avances de la investigación sobre el tema.

Existen muchas alternativas que deberían probarse, tomando en cuenta las adaptaciones que habría que hacer para que el entorno y los recursos sean los adecuados.

Se han identificado dos perspectivas linguísticas que constituyen una base alternativa para el abordaje pedagógico de la escritura, al menos en la universidad. La primera es la perspectiva metacognitiva. La metacognición es el proceso de conocimiento que elabora una persona sobre su propia manera de conocer.

Esto supone para la escritura la idea de que si el escribiente conoce los procesos de producción del texto escrito, sus lógicas de procesamiento mental y las causas de sus principales errores, puede monitorear y regular su propia producción. En este sentido, una propuesta didáctica se dirigirá a hacer consciente al escribiente de sus procesos y de la participación que tiene su pensa- miento en el mejoramiento de sus habilidades.

La segunda corriente se conoce en español como Escribir en el Currículum (Writing Across the Curriculum WAC, en inglés). WAC propone que el aprendizaje de la escritura se lleve a cabo en cada carrera, a lo largo de toda la vida estudiantil y que esté a cargo de equipos heterogéneos en que los profesores de la disciplina colaboren con los profesores de escritura para crear espacios de aprendizaje adecuados al entorno y las necesidades específicas de cada ámbito profesional.

El profesor de escritura se convierte en un tutor, cuya tarea se refuerza por medio de otros espacios de enseñanza-aprendizaje, como laboratorios de producción escrita, “consultorios”de redacción o aulas virtuales de escritura. Estas dos perspectivas se pueden aplicar en el ámbito universitario y el Instituto Tecnológico de Costa Rica realiza los primeros pasos dentro de ellas.

A nivel nacional, deben analizarse las últimas propuestas en los niveles de primaria y secundaria para realizar cambios significativos. La voluntad política y la apertura son elementos indispensables, pues solo con soluciones nuevas y una visión de vanguardia pueden revertirse los problemas actuales. Si no se dan estas acciones, dentro de 25 años los titulares serán los mismos.

5 comentarios:

  1. Muy interesante saber sobre esta situación, ya que siempre dejamos pasar cosas así y no le damos importancia.

    ResponderEliminar
  2. La queja será la misma mientras los "remedios" sean los mismos. Ya es lugar común afirmar que en primaria y secundaria, por ejemplo, los mismos profesores no leen, aparte de que la mayoría es ultraconservadora.

    El problema no es solo leer lo escrito, bien lo sabés, sino más grave aún que no se sabe leer ninguna de las prácticas significantes de nuestra cultura. Somos analfabetos audiovisuales. Uno pone a un profesor de primaria y secundaria frente a una película o una obra musical y tampoco sabe qué hacer con ellas.

    Las personas crecen con dichos estímulos sin saber leerlos. El problema no es mandar solo a leer libros, el problema es enseñar a leer todo tipo de signos. Y para ello, lo primero es preparar profesionales con amplios conocimientos en diversos campos, que se abran a nuevas posibilidades y formas textuales.

    Es increíble, pero cada día observamos más profesores que se limitan al libro de "texto" correspondiente a su año. Y más aún, profesores que dicen que es mejor no meterse en temas de política o religión para no tener problemas con los padres o directores. Si esos profesores tuvieran la más mínima noción de alguno de esos temas es seguro que no tendrían reparos, pero la excusa es para ocultar su propia incapacidad.

    Una educación laica, abierta y progresista, donde los primeros en ser evaluados sean los profesores.

    Saludos

    ResponderEliminar
  3. Hola Gustavo. Creo que tenés razón, pero yo no lo enfocaría en los profesores sino en el sistema. Ejemplo: ¿cómo hace un profesor para pasar video si no cuenta con equipo? Recuerdo que hace poco LN publicó acerca del uso de la tecnología y que los profs opinaban que si tuvieran la capacitación y los recursos les gustaría aplicar tecnología en clases. Hay todo tipo de profesores, todo tipo de estudiantes, todo tipo de alumnos. Definitivamente se debe ampliar la noción de lectura/texto que se maneja, pero vuelvo al punto: ¿no es más problema de las autoridades que de los mismos profesores? ¿Qué pasa con los programas del MEP? ¿Qué pasa con su visión de la literatura? Y si vamos de arriba a abajo, ¿qué se piensa en las Escuelas de Educación de las universidades?

    ResponderEliminar
  4. Me parece totalmente acertada la manera en que usted aborda el problema de la escritura en los estudiantes universitarios. Las propuestas que hace me parecen muy interesantes. No había escuchado, antes que usted lo hiciera, ningún comentario sobre la perspectiva metacognitiva en al abordaje pedagógico sobre la escritura y, al respecto, creo que no existe mejor forma de aprender que cuando a las personas se les enseña a examinar la forma en que piensan en el momento en que realizan una determinada tarea, en este caso, la forma de en que escriben. Ni qué decir de las aulas virtuales, me parece que utilizar este tipo de tecnología es excelente, mi única preocupación es el problema de los recursos. Esto porque, aunque parezca increíble a estas alturas del siglo XXI, tengo varios compañeros universitarios que no tienen acceso a Internet o lo tienen en forma muy limitada.
    Aparte, me gustaría contar una experiencia sumamente enriquecedora que tuve en la secundaria, esto en relación con los profesores: tuve una excelente profesora de español, sumamente estricta, que en todos los exámenes asignaba un porcentaje a la redacción y a la ortografía. Sin el gran esfuerzo que ella hizo, año tras año, con pocos recursos, pero con gran vocación y mucho amor, sus estudiantes no habríamos aprendido a apreciar la riqueza de nuestro idioma, así como la importancia de poder expresarse por escrito con las ideas claras y en forma correcta.
    Creo que todavía quedan algunos profesores así y espero que sean motivados para continuar su labor con excelencia, ya sea a través de las políticas del MEP o de las autoridades universitarias.

    ResponderEliminar
  5. Estoy de acuerdo en que no es solo un asunto de voluntad. Si los profesores no tienen herramientas, pues es muy dificil. El sistema tiene que cambiar, claro, pero cambia porque hay personas que buscan los mecanismos para este cambio. Recordemos que el sistema no es una entelequia que domina y nosotros los subyugados.

    Yo trabajé en educación privada, donde los profesores tenían tecnología a su disposición, bibliotecas, etc., y aún así, se limitaban a seguir el libro, a copiar y jamás a discutir. Preferían evitar la fatiga.

    Lo primero es el análisis, la confrontación de ideas, y para eso no necesitamos más herramientas que el intelecto. Pero los profesores evitan la producción de ideas.

    Saludos

    ResponderEliminar